Tus pies caminan por la orilla de la playa, hundiéndose en ella y sintiendo tu propio peso, sintiendo que estas vivo. La brisa del mar acaricia tu cara y el sol comienza a abrasar. Vas andando esquivando las ocurrentes conchas y las verdes algas. El agua acaricia tus pies y es entonces cuando te recorre un escalofrío, que nada tiene que ver con los escalofríos de miedo. Entonces miras para atrás y ves tus huellas impregnadas en la arena y derepente una ola se las lleva y las borra. Entonces es cuando piensas que ojala todos los problemas fueran así, que se los llevaran las olas del mar.
martes, 27 de octubre de 2009
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