lunes, 11 de enero de 2010

Parte 3.2: I´ll Cry Instead

Ya en la estatua pude ubicarme y encontrar el camino a casa de Paul. Crucé una calle estrecha que me conducía a su casa, y llegué al portal. Llamé a su piso pero como esperaba, nadie me abrió. Esperé junto a la puerta para ver si alguien pasaba y me pudiera colar dentro del edificio pero no tuve suerte. Llamé a todos los pisos diciendo que me había dejado las llaves hasta que alguien me abrió, y entonces entré en ese portal en el que pocas veces había estado pero recordaba a la perfección. Para no recordarlo, con esas luces tan psicodélicas en el techo, cegándote con solo imaginártelas. Preferí subir por escalera y cada paso que daba sentía que estaba más lejos de Paul. Llegue a aquel 3ºB y llamé. No se escuchó ni el silencio. Esperé y volví a llamar. Volví a llamar. Insistí, pero nada. Seguía llamando con la impotencia de saber que no me iban a abrir, hasta que paré cansada de golpear la fría madera y caí de rodillas ante ella, esbozándose unas lagrimas que descendían por mi cara, como si compitieran en una carrera por llegar al suelo y estrellarse, como yo.
Me recorrí el pasillo llamando a los vecinos, pero a todo quien preguntaba no sabía siquiera que se habían ido. Sólo una anciana pequeña y canosa con unas grandes gafas doradas pudo aportarme algo de información e incluso me invito a pasar pero no estaba de ánimos para echar nuevos amigos, y menos para perderlos.
Salí del edificio en busca de la portería, tal como me dijo que hiciera la anciana y al doblar la esquina allí se encontraba una habitación que tenía unas ventanas con unas tétricas rejas junto al garaje. Llamé a la puerta con anhelo de obtener algo productivo de este viaje, y entonces me abrió un señor corpulento, con un gran bigote con pelos amarillos y se me quedo mirando, como si me estuviera esperando.

domingo, 10 de enero de 2010

Parte 3.1: Here, There , Everywhere


Aire. Me falta aire. Me falta oxígeno. Me falta comprender. Me falta entender.
No era capaz de asimilar lo que acababa de leer. Desde luego que no. Sólo pensar la idea de que no volvería a ver a Paul en la vida me apretaba el corazón, como si fuera agarrado fuertemente por una mano que intentaba exprimirlo. Paul, ¿De vuelta a Londres? No podía ser, no. ¿Así tan de repente? A lo mejor era un bromista de mal gusto.No. Demasiado mal gusto para ser un bromista pensé.
No dude un segundo en correr hacia mi habitación, agarrar el abrigo y coger el bolso, meter en él la carta y salir disparada hacia la calle. No pensaba en perder un solo minuto. Salí corriendo de la residencia hasta la parada de bus, pero la nieve que había en el suelo me ralentizaba. Podía girarme y ver mis huellas plasmadas en la nieve, un molde exacto de lo que era Paul en mi vida, alguien que había dejado huella. Me subí en el bus con gran decisión y llegué a la estación. Entré corriendo por las escaleras principales pisando los escalones repletos de nieve oscura, casi resbalándome por descuido y fui corriendo a comprar el billete y me subí en el tren. Me senté sola y el viaje duró más de lo que pensaba. Todo me recordaba a Paul. Todo era Paul. Miraba a través de la ventana para intentar distraerme y veía como todo pasaba rápido alrededor mía, con cierta distorsión, y no hacía más que recordar momentos vividos con él. Mi mente viajaba a su placer en otro tren y todo mi mundo se estaba desbaratando, cayendo como cae una hoja a merced del viento, como se hunde una piedra lanzada al mar. Era un viaje hacia mi destino, en busca de lo que yo consideraba mi felicidad.
Cuando me bajé del tren ya estaba todo oscuro, y la nieve del suelo había desaparecido. Creía que recordaba el camino a casa de Paul, pero no era así. Dí muchas vueltas hasta reconocer que estaba perdida. Creía recordar una estatua de una mujer con los ojos vendados cerca de su casa, pero tampoco lograba encontrarla asíque decidí preguntar a los lugareños, que me indicaron el camino.

domingo, 3 de enero de 2010

Parte 2 : Martha My Dear


Querida Marta,

Lo siento. Quería que esa fueran las dos primeras palabras que obtuvieras de mí después de este tiempo. No es sencillo de explicar y me duele solo de pensar como te lo voy a relatar.
Tal vez últimamente te mintiera en las razones de mi desaparición, pero ahí algo en lo que no te mentí. Estaba de mudanza. Pero de vuelta a Inglaterra. La razón, como todo, la crisis. Mi padre fue mandado de vuelta a Londres por su empresa, y no te quise decir nada. No quise despedirme de nadie porque no podría soportarlo, y eres la única persona con la que me he puesto en contacto.
Me gustaría no tener que decirte esto, pero no vengas a buscarme porque no creo que me encuentres. Tampoco creo que puedas contactar conmigo de ninguna manera.Y no por ello me voy a olvidar de ti, pienso en ti en cada instante. Así que te informaré cada 13 de Diciembre con una carta roja como esta, y te contaré como me va todo. Lo siento.

Pd: Nos encontraremos algún día. Te extraño.